lunes, 10 de septiembre de 2012

Sólo una copa

A la vera de la autopista 128, cerca del poblado de Boonville, se encuentra una pequeña cruz. Si la cruz hablara, les contaría la siguiente historia:

Hace siete años, mi hermano Michael se encontraba de visita en la finca de un amigo. Decidieron salir a cenar. Joe, quien solo había tomado una copa, se ofreció para conducir.

Los cuatro amigos tomaron alegremente la sinuosa carretera. No sabían adónde los conduciría, porque nadie lo sabía. De repente el coche viró hacia el otro carril y se estrelló de frente con el automóvil que venía en dirección opuesta. Mientras tanto, en nuestro hogar estabamos viendo la película E.T. por televisión, junto al acogedor fuego de la chimenea. Tan pronto se terminó todos nos acostamos. A las dos de la mañana un oficial de la policía despertó a mi madre con la devastadora noticia. Michael estaba muerto.

Al amanecer encontré a mi madre y a mi hermana llorando. Me quedé petrificado<<¿Qué sucede?>>, pregunté mientras me frotaba los ojos, todavía cargados de sueño.

Mi madre suspiró profundamente.<<Ven aquí...>>

Así se inicio un tortuoso viaje a través del dolor, en el cual las carreteras no conducen a sitio alguno. Todavía me duele acrdarme de aquel día.

Lo único que me consuela es narrar esta triste historia, con la esperanza de que la recordarás el día que tengas la tentación de abordar un coche con un conductor que haya tomado una copa, sólo una copa.

Joe tómo la ruta que no llegaba a sitio alguno. Fue condenado por homicidio culposo y encarcelado durante un tiempo. Sin embargo, el verdadero castigo es tener que vivir con las consecuencias de su acción. Nos propinó una herida en el corazón que jamás sanará, y nos dejó con una pesadilla que pertubará su existencia y la nuestra hasta el fin de nuestros días. También nos dejó la pequeña cruz junto a la autopista 128.

Chris Laddish, 13 años
Dedicada con amor a la memoria de Michael Laddish




Sobre confiar

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar un pico nevado, inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto, subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde; y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo. Decidido a llegar a la cima, le obscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero invisibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y lka terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos le pasaron por su mente todos los gratos y no gratos momentos de su vida, él pensaba que iba a morir, mas, de repente, sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos...

Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarrraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar:

<<Ayúdame, Dios mío>> <<Ayúdame, Dios mío>>...

De repente una voz grave y profunda de los cielos le constesto:

<<¿Qué quieres que haga?>>

<<Sálvame, Dios mío>>

<<¿Realmente crees que te pueda salvar?>>

<<Por supuesto, Dios mío>>

<<Entonces corta la cuerda que te sostiene>>

Hubo un gran momenjto de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...

 Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontró colgado a un alpinista congelado muerto, agarrando con fuerza, con las manos una cuerda... A dos metros del suelo...


Y tú. ¿Qué tan confiado estás de esa cuerda?¿Por qué no la sueltas? Dios tiene grandes y maravillosas cosas para ti. Corta la cuerda, y confía en él.

martes, 4 de septiembre de 2012

Después de un tiempo

Después de un tiempo, aprendes la sutil diferencia
entre tomar una mano y encadenar un alma,

Y aprendes que el amor no significa recostarse y
que estar acompañado no significa seguridad,

Y comienzas por entender que los besos no son 
contratos y que los regalos no son promesas,

Y comienzas a aceptar tus derrotas con la cara 
en alto y los ojos abiertos, con el donaire de un adulto, y
sin la pesadumbre del niño.

Y aprendes a construir todas tus carreteras sobre el 
hoy porque el terreno del mañana es demasiado
incierto para planificar.

Después de un tiempo aprendes que hasta el sol quema.
Si recibes demasiado.

Así que siembra tu propio jardín y decora tu propia 
alma, en vez de esperar a que te traigan flores.

Y aprende que en verdad puedes resistir...
Que en verdad eres fuerte,

Y que en verdad eres valiosa.

VERÓNICA A. SHOFFSTALL.
Escrito a los 19 años de edad.

Bajo tierra a los diecisiete

Un zarpazo de dolor desgarra mi cerebro. Estoy petrificado. Cuando recién me trajeron me sentí muy solo, agobiado por la pesadumbre y esperando encontrar a algún ser compasivo.
No encontré consideración alguna. Solo pude ver miles de cuerpos tan severamente mutilados como el mío. Me asignaron un número y una categoría. Ésta se denominaba "fatalidades de tránsito".

El día de mi deceso coincidió con un día de colegio ¡Cómo me arrepiento de no haber tomado el autobús escolar! Pero pensaba que el bus era para chiquillos y no para tipos frescos como yo. Aún recuerdo cómo logré sonsacarle el automóvil a mi madre "Hazme un favor especial, mamá. Absolutamente todos los chicos llevan auto al colegio". Cuando sonó la campana de salida, arrojé los libros dentro de mi gaveta. ¡Era libre como el viento hasta la mañana siguiente! Corrí emocionado hasta el estacionamiento de automóviles, pensando que eraa mi propio dueño y que estaba al mando de mis propias ruedas.

Cómo sucedió el accidente tiene poca importancia. Me puse a jugar con mi propia vida, conduciendo demasiado rápido y tomando riesgos absurdos. Pero estaba disfrutando mi libertad y gozando de lo lindo. Lo últiomo que recuerdo es que trataba de sobrepasar a una señora de edad, que al parecer conducía muy lentamente. Escuché un fragor espantoso y sentí una conmoción horrenda. Pedazos de vidrios y trozos de acero volaron por doquier. Sentí que mi cuerpo se volvía al revés. Pude escuchar mis propios alaridos. De repente desperté. Todo estaba en silencio. Observé a un oficial erguido sobre mi cuerpo. Pude ver a un médico. Mi cuerpo era un guiñapo bañado en su propia sangre. Mis carnes estaban perforadas de pies a cabeza por fragmentos de vidrio. Lo extraño es que no sentía absolutamente nada. Por favor, no me cubran la cabeza con esa sábana. Yo no puedo estar muerto. Sólo tengo diecisiete años. Esta noche tengo un compromiso. Se supone que tengo una vida maravillosa por delante. Noe he vivido nada todavía. ¡No puedo estar muerto!

Déspues de cierto tiempo me colocaron en una nevera. Mis padres vinieron a identificarme. ¿Por qué tuve que mirar a mamá a los ojos, mientras enfrentaba la prueba más dura de su vida? De repente papá envejeció. Le dijo al encargado: "Sí, este es nuestro hijo".

El entierro fue bien extraño. Pude observar cómo mis parientes, amigos y allegados se acercaban al ataúd. Sus miradas reflejan la tristeza más profunda que yo jamás haya visto. Algunos de mis amigos lloraban desconsoladamente. Al pasar algunas de las chicas me acariciaban la mano, sollozando.

¡Por favor, que alguien tenga la caridad de despertarme! Sáquenme de aquí. No soporto ver a mis paders padeciendo tanto. Mis abuelos están tan sobrecogidos por el dolor que a duras penas pueden caminar. Mi hermana y hermano parecen autómatas. Se mueven como robots, con la mirada extraviada. Nadie puede creer lo que está viviendo. Yo tampoco.

¡Por favor, no me pongan bajo tierra! Yo no estoy muerto. ¡Todavía tengo mucha vida que vivir! Quiero reír y correr de nuevo. Quiero bailar y cantar. ¡Por favor, no me entierren! Divino Jesús, te prometo que si me das otra oportunidad seré el conductor más cuidadoso del mundo. Sólo pido otra moportunidad. Por favor, Señor, apenas tengo diecisiete años.

JOHN BERRIO

Creo que historias como estas no hacen reflexionar sobre nuestros actos...

Hoy podemos estar aquí. talvez mañana ya no.

Todos sabemos cuando nacimos, pero nadie sabe cuando nos iremos...

Meditemos en nuestras acciones... procurando nuestro bien y el de los demás.

Seamos buenas personas en todo aspecto.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Chocolate caliente para el alma de los adolescentes

Historias que guían y acompañan a los jovenes en esta etapa de la vida.

1. Acerca de las relaciones

Las relaciones - de todo tipo- son como un puñado de arena, Si se tiene sobre la palma de la mano antreabierta, la arena se queda ahí. Tan pronto como la mano se cierra y se aprieta duro, la arena comienza a deslizarse por entre los dedos.

Es posible que retengas cierta cantidad, pero la mayor parte se regará. Una relación se comporta de la misma forma. Si se sostiene suavemente con respeto y libertad para la otra persona, es posible que permanezca intacta. Pero si la estrujas mucho, con demasiada posividad, ésta se desvanecerá hasta perderse.

KALEEL JAMISON, La teoría del mordisqueo



2. Sobre la amistad 

Algunas personas entran en nuestra vida para desaparecer rápidamente. Otras se quedan algún tiempo y dejan sus huellas sobre nuestro corazón. Y después, jamás volvemos a ser los mismos.
FUENTE DESCONOCIDA

3. Sobre la famillia

La familia - ese querido pulpo de cuyos tentáculos jamás podemos escapar totalmente y del que, en el fondo de nuestro corazón, en realidad tampoco deseamos escapar.
DODIE SMITH


4. Sobre el amor y la bondad

La bondad en el decir crea confianza.
La bondad en los pensamientos crea profundidad.
La bondad en el dar crea amor.
LAO-TZU


5. Sobre el aprendizaje


El colegio me enseñó no sólo cómo aprender en el salón de clase, sino también por fuera del mismo.
¿Dónde creen que aprendí a trepar, a columpiarme y a saltar? ¿Dónde creen que conocí a mi mejor amigo?
JESSIE BRAUN, 18 años

6. Sobre las situaciones duras


Toda experiencia que nos obliga a mirar el miedo cara a cara, hace crecer nuestra fuerza, nuestro valor y nuestra confianza. Nos permite decir: "He sobrevivido a esta terrible experiencia. Estoy en capacidad de manejar lo que venga ".
ELEANOR ROOSEVELT


7. Marcando la diferencia


Las grandes oportunidades para ayudar a los demás se presentan muy de vez en cuando, pero las pequeñas son el pan de cada día.
SALLY KOCH

8. Buscando el firmamento


Carlos, tener un sueño no es una bobada.
La bobada es no tenerlo.
CLIFF CALVIN